jueves, 6 de octubre de 2011

IV Premio de la Igualdad

Paso a paso. Así considera Olga Sánchez (Torrelavega, 1969) que debe lucharse por la igualdad entre hombres y mujeres. Un ámbito que conoce a la perfección, pues lo define como «una pasión». El esfuerzo de esta profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad de Cantabria (UC) en este campo le ha llevado a conseguir el IV Premio de la Igualdad del Consejo de la Mujer de Cantabria.


-Se habla de la igualdad, pero no todo el mundo tiene claro sus objetivos. ¿Qué se pretende conseguir?
-Esa es la gran pregunta. La igualdad es el símbolo tradicional de la justicia en el Derecho. Es un concepto central y muy complejo. En el ámbito de los derechos humanos, si lo definimos dentro del ámbito de la diversidad, la igualdad se traduciría como una capacidad real de ejercer los mismos derechos, pese a las diferencias.
-¿Cuál es la esencia de la igualdad entre hombres y mujeres?
-La posibilidad de que hombres y mujeres podamos elegir libremente nuestro proyecto personal y ser líderes de nuestras propias vidas. Hay informes que afirman que, actualmente, no hay ningún país en el que exista una igualdad real. El objetivo de ésta es un mundo compartido entre hombres y mujeres, tanto en el ámbito privado como en el público y esto se consigue a través de la negociación. Sin la colaboración de los hombres, nos resultará más difícil conseguir la igualdad.
-¿Qué avances cree que se han producido en este ámbito?
-Tenemos una legislación sin precedentes en la historia. En España hay una ley específica de igualdad, también tenemos una declaración auspiciada por la ONU sobre la eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer. Es un tema que está en todas las agendas internacionales, aunque todavía un 70% de la pobreza mundial afecta a las mujeres y también somos el colectivo más vulnerable a la violencia impune.
-Y, a nivel nacional, ¿de qué preocupaciones estamos hablando?
-En España hablamos de la corresponsabilidad de la vida laboral y personal, de los puestos de responsabilidad, de las brechas salariales... La teoría de la evolución siempre aboga por el más fuerte, sin embargo, muchas especies sobreviven gracias a la colaboración por el beneficio mutuo. -Su trabajo gira en torno a la igualdad. ¿Qué supone este premio?
-Es una alegría inmensa porque es el reconocimiento de una trayectoria profesional que es fruto de una pasión. Es un premio a las tres funciones de cualquier profesor universitario: la docencia, la investigación y la gestión.
-Si se echa la vista atrás se comprueba que la mujer ha estado en un segundo plano durante mucho tiempo en lo que a igualdad de oportunidades se refiere.
-A las mujeres nos falta tener grandes referentes a lo largo de la historia. Ésta no debería ser contada sólo en clave masculina. Creo que es importante recuperar nuestra memoria histórica.
-Ciertos ámbitos se denominan 'zona de hombres', ¿cómo se lucha para cambiar esos estereotipos?
-Que las mujeres nos introduzcamos en estos ámbitos es positivo. Tenemos que romper algunos clichés que nos recuerdan a otros tiempos. Creo que nos vamos sensibilizando y hay que compartir espacios y vivirlo como una experiencia cotidiana. Una norma no cambia si no se acompaña de un entorno que le favorezca.
-Y hablando de normas, en España tenemos la Ley de Igualdad que despertó una gran polémica. ¿Se ha acompañado de actos efectivos?
-Las polémicas creo que son fructíferas porque en ellas afloran los grandes problemas, porque ahí puedes rebatir. Si no se dice, no puedes hacer nada aunque sepas que el conflicto subyace. La Ley de Igualdad es un paso importante, aunque use expresiones poco características del Derecho. Pese a la polémica, se aprobó por un amplísimo consenso, así que se puede decir que es un avance, aunque nos queda mucho recorrido.
-Una de las propuestas de Rubalcaba es aumentar el número de mujeres en los consejos de grandes empresas. Hay quien piensa que estas normas desmerecen los méritos personales
-Es uno de los grandes debates. La política de cuotas es controvertida y éste es uno de sus aspectos más discutibles. La garantía formal de igualdad está ahí, pero sabemos que hay impedimentos más sutiles que frenan la llegada de mujeres a puestos de más responsabilidad. Algo está fallando y es que los conceptos de mérito y capacidad que nos han presentado como neutros, no lo son. Lo ideal es que estas medidas fueran transitorias hasta que la equiparación sea real.
-Habla de impedimentos sutiles. La conciliación laboral y familiar es uno de ellos y quizá sea el mayor handicap que tenemos las mujeres. ¿Es de verdad factible?
-Sería más factible si en vez de hablar de conciliación, hablásemos de corresponsabilidad. Es decir, que todos seamos corresponsables de nuestras vidas personales. Tradicionalmente, el hombre se ha centrado en el ámbito profesional porque tenía a una mujer en casa que le solucionaba sus cuestiones familiares. Con la incorporación de la mujer al trabajo quienes dejamos la responsabilidad del hogar somos nosotras. Por ello, hay que ir un paso más allá y equiparar responsabilidades.
-¿De qué vale la lucha por la igualdad de derechos, si el término 'feminismo' está completamente denostado?
-Es cierto que se utiliza feminismo como un término peyorativo, pero surgió como una reivindicación de la paridad. El feminismo no coloca a la mujer por encima del hombre sino que pretende situarlos en el mismo plano. Cuando me hablan de este tema, me gusta citar a Clara Campoamor, quien dijo: «Ser feminista no es otra cosa que ser humanista».
-Por último, ¿cómo ve el futuro?
-Lo veo a mejor. Cada vez hay más mujeres y hombres sensibilizados y vamos deshaciendo estereotipos. En ese sentido es fundamental la familia, para que nuestros hijos vean un modelo de maternidad y paternidad. Si el siglo XX ha sido la gran revolución de las mujeres, el siglo XXI tiene que ser el de la nueva paternidad de los hombres.


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